10.2.07

Hable ahora o calle para siempre

Esta frase casi sacramental que hemos visto en toda película donde el matrimonio, del jovencito con la jovencita, pone una nota de suspenso, se le atribuye a un solemne cura que mira de manera interrogativa a la congregación y con voz tonante dice; “Quién tenga algún motivo para impedir esta boda, que hable ahora, o calle para siempre”

He asistido a múltiples bodas, incluyendo la mía propia, y nunca he escuchado a un cura consultando a su grey sobre el particular. Hoy en política parece que todos quieren que el ex presidente Ricardo Lagos hable, ahora, o calle para siempre.

Los pedidos vienen desde la oposición, diputado UDI Forni, y desde la concertación, diputado Tarud PPD.

No es precisamente una boda, es una encuesta que a puesto a todo el mundo nervioso intentando dar toda suerte de explicaciones y razones. Que hable el culpable, es la sensación que queda luego de escuchar a los feligreses, fundamentalistas, de la política.

La respuesta parece ser callar para siempre.

Nos quieren hacer creer que la corrupción es un descubrimiento nuevo, cuando ella ha sido compañera de viaje de la política chilena por décadas y décadas.

Si solo queremos acotar el tema a los gobiernos de la concertación veremos que ella se inicia, tempranamente, en el gobierno DC de Aylwin.

Ayuda de la ONEMI. 1991. Desvío de aportes de emergencia para damnificados por temporales y aluvión de Antofagasta y por la erupción del volcán Hudson, en Aisén.

Una corrupción blanda son los banquetes y celebraciones, no oficiales, como el del Ministro de Salud Osvaldo Artaza. Se gastan cerca de $28 millones de pesos para celebrar el aniversario de la creación del ya desaparecido Servicio Nacional de Salud, en momentos que se anunciaban los recortes que financiarían el Plan AUGE.

Los ejemplos son muchos y no necesariamente estos actos, que todos repudiamos, son instrucciones presidenciales, lo que avala que Lagos no hable. Su única responsabilidad, pienso, ha sido minimizar los hechos, como el “jarrón de la Corfo” o la “hojarasca de Chiledeportes”.

Sin embargo hay algo de lo cual alguien tiene que responder porque, parece, no se pone atajo a los abusos de personajes que se eternizan en los cargos públicos, muchos de los cuales se sirven de ellos como una lucrativa forma de encontrar trabajo, sin tener otra competencia que la militancia política.

Hable ahora o calle para siempre, se escucha en el templo de la política chilena, y recordamos el caso del camino La Pólvora - Valparaíso. Licitación privada del acceso sur a Valparaíso. Vínculo del ex ministro del MOP Carlos Cruz, director de Besalco, con la empresa ganadora de la licitación. Durante su gestión el ex secretario de Estado habría adjudicado a esta empresa una continuación de obras mediante "trato directo" por $4 mil millones. Esta obra fue vuelta a licitar cuando estalló el escándalo.
Hable ahora o calle para siempre. Casas Bilbao. SERVIU - Concepción. Fraude al fisco y cobros indebido de subsidios. Familias que postularon vía SERVIU a adquirir casas propias, encargadas a la inmobiliaria Empresa de Inversiones Bilbao S.A.

A pesar de que la firma recibió un millonario adelanto de $1.700 millones tomados del fondo de subsidio, las casas jamás fueron construidas y los postulantes quedaron abandonados.

A los chilenos les preocupa la corrupción, no solo por lo que ella representa como factor disociador, además, porque no se detiene y siempre aparecen nuevas formas de hacerse de los recursos del estado. Los peces gordos nunca caen y eso preocupa.

Hable ahora o calle para siempre. Casas Copeva - MINVU. Invierno de 1997, departamentos recién entregados a sus moradores a través del fondo de subsidio habitacional, anegados, con graves filtraciones y daños estructurales severos. La empresa concesionaria, COPEVA, era de propiedad de Francisco Pérez Yoma. Poco después se sabe que, el Ministro de Vivienda, Edmundo Hermosilla, había recibido de regalo un fino caballo de parte de Francisco Pérez Yoma.

En fin, aunque sea hora de hablar o de callar, lo que importa es que este tema que ha sido recurrente en los últimos 16 años, no es atribuible a un solo presidente, ni siquiera a un solo conglomerado político, vive con nosotros, permanece y crece con nuestra idiosincrasia, si no tomamos conciencia de ello no tenemos otra salida. Hablar ahora o callar para siempre.