13.5.06

¿PRESENTE O FUTURO?

¿Presente o futuro?
Alejandro Pino Uribe. Periodista / Analista político
Enfrentemos, de una vez por todas, un hecho concreto, ¿vivimos el presente o siempre seguiremos pensando en el futuro?

Desde que tengo uso de razón, he escuchado a los políticos de todas las ideologías, hablar de construir un futuro mejor.

Para los políticos el presente no parece existir. Acostumbrados a prometer, todo es para más adelante.

No podemos negar que el país ha crecido y se ha desarrollado de manera importante, pero cuando creemos que podemos alcanzar un estado de bienestar más permanente, nuevamente nos empujan a pensar que lo que queremos para hoy, hay que esperarlo mañana.

En las últimas protestas estudiantiles se piden algunas cosas tan sencillas, que probablemente le costarían al Estado, menos que el valor de todo lo destrozado por los vándalos el primero de mayo y en la semana subsiguiente. No cobrar por la PSU, ocupar el pase escolar en diferentes horarios y ojalá exento de pago, y otras mejoras en el ámbito escolar.

Chile vive un momento económico privilegiado, con casi 4 dólares la libra de cobre y con un excedente superior a los 10.000 millones de dólares. Pero nos dicen que hay que guardar para cuando vengan las vacas flacas.

Parece razonable no dilapidar y tener una capacidad de ahorro como país, es un argumento difícil de discutir. Pero cuando se trata de invertir en educación, como por ejemplo permitir un acceso a la enseñanza superior de aquellos jóvenes que provienen de familias de menos recursos, incluso de ingresos medios no superiores a $600.000 mensuales, se podría estudiar alguna iniciativa que liberará de pago por rendir una prueba cuyo derecho es exclusivo de una sola universidad.

Si analizamos que este estado ahorrativo, que podría solucionar muchas de estas demandas, sin que se produjeran protestas y sus daños consecuentes, dilapida el dinero de manera increíble, y no me voy a referir al puente Loncomilla, a los miles de millones derrochados en el plan de descontaminación de Santiago, denunciados por el propio Ministerio de Hacienda, si no que a lo último, el arreglo de la Alameda Bernardo O’Higgins de Santiago, cuando un ostentoso letrero se lucía en febrero de 2004 , en un balcón de la Intendencia de Santiago, con la palabra “CUMPLIMOS”.

¿Qué se cumplió? una obra mal ejecutada. Se terminó 30 días antes del plazo y costó la vida a cinco peatones. El entonces Intendente Trivelli celebró con vino y empanadas el termino del desafío vial urbano. Prometieron que la reparación duraría 15 años.

El pasado viernes un informe de la Dirección de Investigaciones Científicas de la Universidad Católica (DICTUC) señala, entre otras cosas, que los pavimentos de dos de los tramos mayores se han deteriorado en un 100%, y que los pavimentos continúan agrietándose. En definitiva se estima que, de alguna manera, se han malgastado tres mil setecientos millones de pesos.

Eso es presente. Ocurre hoy, y nuestros lectores pueden preguntarse ¿cuántas PSU para estudiantes de menos recursos se podrían pagar con un dinero mal utilizado, del cual nadie se hará responsable?

Dejar obras a medio construir, como grandes recintos penales, o inaugurar otras, que requieren de varias más, antes que se pueda obtener de ellas un pleno rendimiento, como el transantiago, o la justicia penal juvenil significan grandes pérdidas. Dineros que no se comparten con una sociedad que no quiere más promesas, que por décadas la clase política hace.

Es sabio y valiente lo que ha hecho el actual gobierno, de postergar una serie de iniciativas emblemáticas de la concertación. Bueno y transparente. Pero lo importante es que la palabra justicia social no siga ligada a un futuro, que no tiene fecha.

El país ha crecido, en un esfuerzo notable de todos los sectores, no se puede desconocer, pero los frutos de ese progreso, no pueden seguir siendo las promesas de futuro, si no que la realidad de un presente que todos los chilenos, sin excepción, podamos palpar, ahora.

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