14.3.09

Je me suis trompé.

El más grande de los hombres sencillos”. Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.
Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo. En sus últimos años la paloma La Paz, la errante rosa perseguida, se detuvo en sus hombros y Stalin, el gigante, la levantó a la altura de su frente. Así vieron la paz pueblos distantes”.
Pablo Neruda (Oda a Stalin)

Chile ha tenido dos cambios importantes esta última semana. Cambio en algunos cargos del gabinete, enroques incluidos y cambio en la mesa del Senado. En la política pequeña y bastante alejada de los usos republicanos, que hace casi cuatro décadas nos enorgullecían, estos ajustes solo han servido para mostrarnos a una clase política que parece busca la descalificación como gran argumento.
He colocado una parte de la “Odas a Stalin”, (1953) escritas a la muerte del dictador soviético por el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda y un título en francés para este artículo, “Je me suis trompé”. Tomo la anécdota de la columna que escribe los días viernes, imperdible para mí, en el vespertino La Segunda, el escritor y ex diplomático Jorge Edwards.
Escribe “En octubre de 1970, en vísperas de la concesión del Premio Nobel de Literatura, fue entrevistado en la embajada en París, para la revista L’Express, por el gran periodista Edouard Bailby. Estuve presente en la sala del segundo piso de la embajada donde tuvo lugar la conversación; puedo dar mi testimonio personal. Por lo demás, es fácil encontrar el texto en los archivos de aquellos meses. Bailby preguntó con insistencia, con conocimientos precisos, sobre los crímenes de Stalin y sobre la actitud del poeta militante a ese respecto. En un momento determinado, el poeta y embajador respondió: je me suis trompé (me he equivocado).”
¿Podría algún político en Chile tener la actitud valiente de Neruda de decir lo mismo, cuando se han hecho tantas afirmaciones para descalificar al electo Presidente del Senado o alguna figura de gobierno?
Cuando Escalona abandona el senado sin escuchar el discurso del nuevo Presidente, Jovino Novoa, lo hace al mismo estilo taimado como cuando no le gustaron, hace un año, las preguntas que el panel le hizo en “Tolerancia Cero”.
Es privilegio de algunos no reconocer sus errores y es privilegio de otros tener las mismas actitudes que en sus adversarios son objeto de sus críticas.
Se hace uso y publica una foto del ex Presidente Eduardo Frei, de hace más de 30 años, cuando entrega su aporte a la reconstrucción nacional. Es lo mismo que volver al pasado para criticar a Novoa porqué fue subsecretario del Gobierno Militar. El electo Presidente del Senado nunca ha sido llamado ni acusado del algún delito vinculado con su actuación en el gobierno. Fue electo por el voto popular. Derrotó en una elección parlamentaria al propio Camilo Escalona. Es como decir que Neruda no merecía el premio Nobel por escribir odas a Stalin, acusado posteriormente por Kruschev de horrorosos crímenes.
Atacar a Frei por una actitud que en ese momento, en que no participaba en política, consideró correcta, es una manera bastarda de procurar la derrota de un adversario político.
No hay señal de madurez en el trato de la cosa pública, en las relaciones entre los propios parlamentarios que usan el fácil expediente de descalificar al contrario, de recurrir a los golpes solapados y a las intrigas más bajas, evitando el uso del argumento inteligente y documentado.
Es fácil darse cuenta porqué, diputados como Patricio Walker o Francisco Encina, ya no quieren seguir en un camino desprestigiado, con las excepciones que no se pueden desconocer.
Los usos republicanos del pasado, la educación y la caballerosidad, han migrado hacia otros destinos, hoy la política, como el arte de gobernar a los pueblos, se ha transformado en un modo de vida, en una clase ciudadana muy especial rodeada de privilegios y desprovista de aquel espíritu de auténtico servicio público.
Como lo hizo Neruda en 1970, bueno sería que, aun diciéndolo en francés, escucháramos a algunos senadores y diputados, dirigentes políticos, jueces y gobernantes varios decir “Je me suis trompé”