27.3.09

Unidad nacional

Si algo bueno ha traído para el país la presentación peruana a la Corte Internacional de La Haya, no es menor, es tener una “foto de familia” con la Presidenta Bachelet y todos los líderes políticos del país.
Ha sido una brisa fresca de la política Chilena visualizar, en ese gesto, al poder Ejecutivo y Legislativo en una sola pose, la de un país unido por sobre cualquier contingencia.
¿Sería mucho pedir que ese gesto se repitiera más seguido?

Este es un año complicado para la política chilena. Elecciones, presidencial y parlamentarias, con la mitad de renovación del senado y un desorden al interior de los partidos políticos, difícil de comprender para el ciudadano de a pié, aquel que le cuesta distinguir los códigos de una clase cada vez más alejada de su público objetivo, el elector.
Dos cuestiones importantes hay que resolver. La primera dice relación con la inscripción obligatoria, la segunda con el voto voluntario, más el agregado que es el voto de quienes viven en el extranjero.
Resistido por la oposición, el voto de quien vive en el exterior, estiman que muchos de esos votos, favorecerían al oficialismo por tratarse de personas que emprendieron el duro camino de un exilio obligado. Esa creencia es un mito. En recientes estudios se ha demostrado que más del 80% de las personas que se encuentran en el extranjero lo hacen por mejores condiciones laborales, familiares o por trabajo de sus empresas en Chile.
Algo se puede aprender de los australianos que tienen, solucionado esa parte del problema. Las personas que ya estén inscritas para votar en las elecciones federales y que viajen al extranjero con intención de volver a Australia en el término de 6 años, pueden solicitar la inscripción como electores ausentes que viven en el extranjero (Overseas Electors), lo cual les garantiza que su nombre no será suprimido del censo electoral y que podrán votar mientras se encuentran fuera del país.
Lo más delicado no es la inscripción automática, voto voluntario o de quienes viven fuera del país, es el desinterés que se nota por votar con un sistema político partidista muy desprestigiado, donde los candidatos se nombran cupularmente, designándose a amigos o a quienes tienen padrinos de fuerte influencia partidaria.
Lo que “la clase política” no ha notado es que cada vez se hace más frecuente que los “descolgados” resultan electos por sobre el candidato “oficial” que el partido ha nominado.
El fenómeno, relativamente nuevo, esta prendiendo con gran fuerza y afectando a los partidos tradicionales que sufren las consecuencias de una preferencia ciudadanía empática con aquellos que dejan la tienda que les cobija para, en un gesto de rebeldía, ir solos a la lucha electoral.
Para este año ese fenómeno será más notorio. Dos descolgados importantes tendremos en la primera vuelta electoral, uno Alejandro Navarro, que se revela ante un sistema de elección de la izquierda extra parlamentaria solo a nivel de asamblea, lo que hace posible que vaya por su cuenta incluyendo lista parlamentaria propia. El otro descolgado es el Diputado Socialista Marco Henríquez Ominami quien le ha dicho al partido socialista, al ser amenazado con perder su cupo parlamentario, lo que pueden hacer con el. Agreguemos la lucha, de poncho y cuchillo, que tienen aquellos que quieren llegar por primera vez al Congreso Nacional
La extorsión que se ejerce con los cupos, para disciplinar a los candidatos, especialmente los que buscan tercera y cuarta reelección, es otro argumento para el desprestigio de los partidos políticos.
La unidad nacional se ve cada vez más difícil, cuando la unidad interna partidaria se ha ido perdiendo en medio de una lucha por mantenerse en las posiciones parlamentarias y los privilegios que el Congreso representa para muchos.
La mayoría de los partidos representativos por su militancia, son presididos por Diputados y Senadores, siendo la excepción el PPD, RN, y el PC.
Por todo lo señalado, la foto de esta semana nos demuestra que “aún tenemos Patria ciudadanos”, aunque sea a costa de los peruanos.

14.3.09

Je me suis trompé.

El más grande de los hombres sencillos”. Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.
Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo. En sus últimos años la paloma La Paz, la errante rosa perseguida, se detuvo en sus hombros y Stalin, el gigante, la levantó a la altura de su frente. Así vieron la paz pueblos distantes”.
Pablo Neruda (Oda a Stalin)

Chile ha tenido dos cambios importantes esta última semana. Cambio en algunos cargos del gabinete, enroques incluidos y cambio en la mesa del Senado. En la política pequeña y bastante alejada de los usos republicanos, que hace casi cuatro décadas nos enorgullecían, estos ajustes solo han servido para mostrarnos a una clase política que parece busca la descalificación como gran argumento.
He colocado una parte de la “Odas a Stalin”, (1953) escritas a la muerte del dictador soviético por el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda y un título en francés para este artículo, “Je me suis trompé”. Tomo la anécdota de la columna que escribe los días viernes, imperdible para mí, en el vespertino La Segunda, el escritor y ex diplomático Jorge Edwards.
Escribe “En octubre de 1970, en vísperas de la concesión del Premio Nobel de Literatura, fue entrevistado en la embajada en París, para la revista L’Express, por el gran periodista Edouard Bailby. Estuve presente en la sala del segundo piso de la embajada donde tuvo lugar la conversación; puedo dar mi testimonio personal. Por lo demás, es fácil encontrar el texto en los archivos de aquellos meses. Bailby preguntó con insistencia, con conocimientos precisos, sobre los crímenes de Stalin y sobre la actitud del poeta militante a ese respecto. En un momento determinado, el poeta y embajador respondió: je me suis trompé (me he equivocado).”
¿Podría algún político en Chile tener la actitud valiente de Neruda de decir lo mismo, cuando se han hecho tantas afirmaciones para descalificar al electo Presidente del Senado o alguna figura de gobierno?
Cuando Escalona abandona el senado sin escuchar el discurso del nuevo Presidente, Jovino Novoa, lo hace al mismo estilo taimado como cuando no le gustaron, hace un año, las preguntas que el panel le hizo en “Tolerancia Cero”.
Es privilegio de algunos no reconocer sus errores y es privilegio de otros tener las mismas actitudes que en sus adversarios son objeto de sus críticas.
Se hace uso y publica una foto del ex Presidente Eduardo Frei, de hace más de 30 años, cuando entrega su aporte a la reconstrucción nacional. Es lo mismo que volver al pasado para criticar a Novoa porqué fue subsecretario del Gobierno Militar. El electo Presidente del Senado nunca ha sido llamado ni acusado del algún delito vinculado con su actuación en el gobierno. Fue electo por el voto popular. Derrotó en una elección parlamentaria al propio Camilo Escalona. Es como decir que Neruda no merecía el premio Nobel por escribir odas a Stalin, acusado posteriormente por Kruschev de horrorosos crímenes.
Atacar a Frei por una actitud que en ese momento, en que no participaba en política, consideró correcta, es una manera bastarda de procurar la derrota de un adversario político.
No hay señal de madurez en el trato de la cosa pública, en las relaciones entre los propios parlamentarios que usan el fácil expediente de descalificar al contrario, de recurrir a los golpes solapados y a las intrigas más bajas, evitando el uso del argumento inteligente y documentado.
Es fácil darse cuenta porqué, diputados como Patricio Walker o Francisco Encina, ya no quieren seguir en un camino desprestigiado, con las excepciones que no se pueden desconocer.
Los usos republicanos del pasado, la educación y la caballerosidad, han migrado hacia otros destinos, hoy la política, como el arte de gobernar a los pueblos, se ha transformado en un modo de vida, en una clase ciudadana muy especial rodeada de privilegios y desprovista de aquel espíritu de auténtico servicio público.
Como lo hizo Neruda en 1970, bueno sería que, aun diciéndolo en francés, escucháramos a algunos senadores y diputados, dirigentes políticos, jueces y gobernantes varios decir “Je me suis trompé”

7.3.09

Crisis económica y responsabilidad política

La crisis económica de carácter mundial ya está instalada en nuestro país. La situación que se vive, probablemente, puede tener un lado bueno convertirnos en seres más prudentes como consumidores. Más exigentes, como ciudadanos, con gobernantes y legisladores.
Ya no seremos los mismos.

Si alguien cree que en esta columna lanzaré dardos contra quienes nos gobiernan y les culpare de todos los males y apreturas, que la crisis mundial nos hace padecer, se ha equivocado.
Chile es uno de los países mejor preparados para enfrentar la tormenta que arrecia arrasando mercados y bolsas por todos los continentes. Cuando todos pedíamos que el gobierno y su ministro de Hacienda abrieran la billetera por la bonanza del cobre, nada ocurrió. Firmemente respaldado por la Presidenta Bachelet, el Ministro de Hacienda Andrés Velasco, mantuvo su posición de ahorrar para los tiempos de vacas flacas. Hoy todos agradecemos contar con fondos que respaldan, en la medida del tamaño de nuestro país, las necesidades más urgentes de la brusca frenada de nuestra economía.
En este marco los políticos tienen que actuar con rapidez y tanto gobierno como oposición deben gobernar y legislar con gran madurez cívica. No se trata de sacar ventajas políticas de un lado u otro, especialmente cuando este año enfrentaremos elecciones parlamentarias y presidenciales.
El gobierno ha sido agresivo, en el buen sentido de la palabra, para discurrir medidas eficientes, oportunas y de impacto inmediato en el bolsillo de las aproblemadas familias de los sectores más vulnerables.
El Banco Central tiene que hacer lo suyo y dar señales que permitan aumentar, responsablemente el consumo y marchar hacia niveles de crecimiento económico mejores. Se tendrán que promover cambios que eleven la eficiencia de nuestra economía.
No hay que olvidar que entre 1997 y 2007, sin crisis nuestro crecimiento promedio no superó el 3,8 %
Sin embargo, previamente, hay mucho aún que se debe hacer. La Presidenta ya señaló que si es necesario vendrá otro paquete de medidas. Me atrevo a sugerir un mayor apoyo hacia el sector pasivo a quienes no se les ha cumplido algunas promesas, como anular el porcentaje que pagan por la salud. Está el grupo de empleados públicos a contrata, que también han quedado fuera de toda ayuda económica pese a tener cargas familiares. No hay bono para ellos.
Medidas que permitan disminuir la morosidad tributaria que puede contribuir a mejorar la recaudación fiscal.
Es importante también que los administradores de las empresas del Estado, se preocupen de pagar con oportunidad los miles de millones de pesos, especialmente en el área de la salud, que adeudan especialmente a las PYMES.
Se han hecho muchos llamados para no aumentar la cesantía. Los políticos critican a la empresa privada por el desempleo olvidando que el 80% del mismo, en todo el país, proviene de las Pymes a las cuales el propio Estado les adeuda grandes cantidades de dinero.
Desde el punto de vista del ejecutivo se ha actuado con oportunidad e inteligencia, pero quienes ejecutan esas políticas, los administradores de las empresas del Estado, no siempre están a la altura.
Las pérdidas de EFE, de ENAP o el Transantiago, entre otras, van más allá de un crisis mundial como la que soportamos, hay allí mala gestión. Nuestro país no puede permitir que los recursos se dilapiden en miles de millones de dólares.
Frente a la economía vacilante y al manejo irresponsable que, en las grandes naciones, hicieron empresas financieras codiciosas, solo tenemos que actuar con prudencia y sentido de unidad. Es esta una tarea difícil en un a país que, cuando enfrentamos elecciones, pensamos en la ventaja pequeña e inmediata y los votos que pueden restar o sumar. Debemos actuar con madurez y sentido de responsabilidad, pensando en los grandes intereses del país y en la inmensa mayoría ciudadana que no participan en la política partidaria. No es el momento del populismo irresponsable.
Mérito de la administración Bachelet ha sido no caer en ese estilo, pese a los tironeos de algunos dirigentes oficialistas.
Algunas señales indican que esta crisis, pese a la fragilidad de los mercados, puede durar menos de lo que se ha anticipado, ojalá así sea.